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Directo a Japón 2018 - Diario de viaje (Día 20) - Koyasan

Viaje a Koyasan, la montaña sagrada

19 de Marzo de 2018

     Suena el despertador, nos preparamos y bajamos a desayunar al vestíbulo del hostal. Había bastante gente, una mezcla de todo, japoneses, chinos, occidentales, y de otros sitios que no sabría decir. El desayuno es bastante básico, pero suficiente para empezar el día con fuerzas. De vuelta a la habitación recogemos los bártulos y ponemos rumbo al siguiente destino de nuestro viaje por Japón: Koyasan.

  • Subida al Monte Koya o Koyasan:

Lo primero fue tomar un tren en nuestra estación para bajarnos en la de Shinimamiya, de la que guardo un recuerdo especial porque era la estación de mi primer viaje a Osaka. Desde allí tuvimos que esperar un rato por el tren de la línea Nankai que nos llevaría hasta Hashimoto, el primer punto de la subida a Koyasan.

Antes de nada aclarar que este itinerario difiere del que normalmente se usa para subir a Koyasan, ya que hace unos meses, a causa de un tifón, se vio interrumpido el servicio del teleférico que llevaba hasta la estación de Koyasan. Ahora mismo está en reparaciones, motivo por el que se ha puesto un servicio de autobuses desde la estación de Hashimoto hasta la estación de bus de Daimon, desde donde temporalmente parten los autobuses que recorren Koyasan.

El trayecto en bus desde Hashimoto duró poco más de una hora y estuvo bien, aunque hubo algunas curvas no mareé, y eso se agradece. Al llegar a Daimon ya estaba esperando un bus para comenzar el recorrido por Koyasan, por lo que subimos y unas pocas paradas después, nos bajamos para caminar un poco hasta nuestro shukubo (tipo de alojamiento que consiste en pernoctar en un templo budista). Concretamente nos estamos quedando en el Saizenin. Y menuda sorpresa nos hemos llevado con la habitación, porque es enorme. Jamás pensé que diría esto en Japón, pero es que me sobra espacio. Tenemos a nuestra disposición tres estancias, con suelo de tatami, todo totalmente típico japonés, y vistas a un jardín japonés de rocas.

 

 

La primera impresión ha sido buenísima, y mañana tocará levantarse muy pronto para asistir a los rezos matutinos con los monjes, a las 6:30. Una vez dejamos el equipaje en nuestra inmensa habitación, cogimos las mochilas y salimos a explorar Koyasan. Empezamos con el Danjo Garan, un complejo de templos que está justo frente a nuestro alojamiento. Por cierto, que nos empezó a llover nada más salir, así que tocó coger unos paraguas que el shukubo tenía para los huéspedes.

El complejo está bastante bien, se recorre fácil, y tiene algunas construcciones realmente impresionantes. Además tuvimos la suerte de ver a un monje tocar la campana Daito, la cual marca la hora cinco veces al día.

 

 

Tras esto ya nos estaba entrando el hambre, así que fuimos andando hasta la zona central del pueblo, la calle Odawara, donde nos metimos en un restaurante que encontramos abierto, ya que no se por qué, habían bastantes negocios cerrados. Me pedí un plato de soba con ternera, y la verdad es que me decepcionó bastante, porque no me sabía a nada.

Tras la decepcionante comida, al menos por mi parte, cruzamos la calle para coger el bus que nos acercaría a la parada más cercana a la entrada a Okuno-in. Aclarar que hay dos paradas, una es Okunoin-guchi, que es donde nos bajamos nosotros y que te deja justo en el acceso para el camino más largo pero también el más completo y vistoso. Y la otra es okunoin-mae, desde donde puedes acceder a la parte final del recorrido, ahorrándote bastante camino pero perdiéndote muchas cosas. A tu elección lo dejo.

La zona de Okuno-in es sencillamente espectacular, incluso la lluvia parecía darle un toque aún más mágico. Es un recorrido constante entre tumbas, al tratarse del cementerio más grande de Japón, con más de 200.000 tumbas, y lugar que alberga el mausoleo de Kobo Daishi, personaje histórico de gran importancia en Japón al ser quien trajo el budismo al país, comenzando en Koyasan.

 

 

Tras recorrer sus caminos y presenciar los sutras de un monje en el templo que alberga el mausoleo, salimos de la zona por el camino más corto que te lleva a la parada de Okunoin-mae, para desde allí ir hasta la puerta Daimon. Antes de acercarnos a la puerta nos desviamos un poco para ver el Otasuke Jizo, una estatua de piedra que está en un pequeño santuario, y de la que se dice que si le presentas tu respetos puede garantizarte un deseo. Pedido el deseo volvimos sobre nuestros pasos para ver la Daimon, una espectacular puerta que vimos de pasada desde el bus que nos llevó a Koyasan, ya que pasaba por delante.

Como la lluvia estaba empezando a ir a más, decidimos volver al hotel, pasando antes por un konbini que estaba cerca del shukubo. Y sí, hay un konbini, así que si escogen el alojamiento sin comidas, tienen la opción de comprarse algo allí.

 

 

Y ahora estoy aquí, sentado en mi mesita baja típica japonesa, sobre el tatami, con mi yukata puesto, tras haber disfrutado de un relajante baño en el onsen y mirando como cae la lluvia sobre el jardín de rocas al que da la habitación. Una escena de película se podría decir, y uno de esos momentos en los que entiendes por qué haces lo que haces. Así que me despido por hoy, que en breve hay que cenar y a acostarse, que el madrugón de mañana es considerable y toca bajar más al sur aún. ¡Hasta mañana!

Y para que te sea más fácil acompañarnos en este viaje, te dejamos el vídeo de la crónica de hoy ^_^

 

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