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Directo a Japón 2018 - Diario de viaje (Día 21) - Koyasan y Kumano Kodo (Nachi y Shingu)

Rezos al alba y trenes a tutiplén con atropello incluido

20 de Marzo de 2018

     Para el comienzo de hoy voy a remontarme unas horas atrás hasta la noche anterior en nuestra inmensa habitación en el Saizenin, en Koyasan. Como los futones eran bastante finos, fui a coger un par de ellos más al armario que había al final de la habitación, y cual fue mi sorpresa al abrirlo que, además de ser del tamaño del baño de mi casa, por una parte estaba completamente abierto al jardín, así que cogí lo que necesitaba todo lo rápido que pude antes de que de allí me saltara a la cara un tanuki (mapache en japonés) o algo peor.

Tuvimos que encender la estufa, la cual iba con keroseno y desprendía un tufillo algo molesto, ya que hacía bastante frío aquella noche. Encima como la habitación era tan grande tardaba en calentar, así que decidimos cerrar los paneles que conectaban con las otras estancias a ver si así calentaba antes. 

Tardé un rato en dormirme, por un lado por el ruido de la estufa, que acabé apagando a la media hora, y por otro porque a partir de que nos acostamos, cada cierto tiempo sonaba un gong en alguna parte del templo, que realmente no es que moleste, pero como me estaba costando dormir se me iba la atención a ese ruido. Al final caí rendido, aunque he de reconocer que hasta con tres colchones del futón me pareció bastante incómodo.

A las seis menos algo de la mañana nos despertamos, ya que a las 6:30 comenzaba la sesión de rezos con unos monjes del templo. Salir a los baños que estaban fuera de la habitación era una experiencia que no le recomiendo a nadie, porque hacía un frío que pelaba, pero era algo que no podía dejar de hacer, así que me lancé a la aventura. Una vez vestidos y desayunados (nos trajimos nuestro propio desayuno), fuimos a la sala que estaba justo al lado de la habitación. Todos eran japoneses, incluyendo a un grupo de peregrinos que iban ataviados con las ropas típicas, y luego otra pareja de occidentales y nosotros. Después había un monje que lo estaba preparando todo hasta que llegó el sacerdote, o monje principal, no se como definirlo, y comenzó con los rezos. Todo estaba bastante en penumbra, y durante una media hora, algo pesada, debo decirlo, estuvieron recitando sutras, mientras los asistentes japoneses se acercaban al altar a orar y colocar incienso.

 

 

Tras la ceremonia, fuimos de nuevo a la habitación donde vimos que había entrado ya algún monje a recoger los futones, toallas y yukatas. No se si lo comenté ayer, pero las habitaciones no tienen cerraduras, así que irte y dejar tus cosas allí es un acto de fe, nunca mejor dicho ya que es un templo. Tras terminar de recoger, nos marchamos hacia la parada más cercana del bus, bajo la constante lluvia que no dejó de caer desde ayer y que nos acompañaría durante el resto del día. El trayecto de bajada hacia la estación de Hashimoto se me hizo eterno, creo que lo hizo por otro camino, y digo creo porque la mitad del camino fui con los ojos cerrados del mareo que tenía con tantas curvas, nada que ver con la subida de ayer. La mañana iba a ser una carrera contrarreloj ya que si queríamos ahorrarnos dos horas teníamos que coger dos trenes con una separación entre la llegada de uno y la salida del otro de dos minutos, todo un reto.

  • La devastadora ruta en tren hasta Shingu:

Al llegar a Hashimoto teníamos unos 5 minutos antes de que saliera nuestro tren, así que a ese llegamos bien. El problema era el siguiente, el que nos llevaría a Kii-Katsuura, la estación desde donde tomaríamos un bus para visitar el templo Kumano Nachi Taisha, el primero de los tres templos principales del Kumano Kodo que necesitábamos visitar para obtener la credencial Dual Pilgrim. Esta credencial se le otorga a todo aquel que haya hecho el Camino de Santiago y una de las cuatro opciones disponibles para convalidar la del Kumano Kodo.

Como yo hice el Camino de Santiago hace unos pocos años, me apetecía conseguir este reto, a pesar de que llegar a esta zona es bastante agotador. Bueno, a lo que iba, teníamos únicamente dos minutos para cambiar de un tren a otro en la estación de Wakayama, algo que en principio nos parecía bastante complicado teniendo en cuenta que íbamos cargados con las maletas. Pero según se acercaba el tren a la estación, nos colocamos en la puerta y según se abrieron salimos disparados, sin saber a qué terminal pero mirando a todos lados por si veíamos nuestro tren anunciado en alguna pantalla. Finalmente vimos el nombre del tren escrito en un cartel y bajamos al andén, donde entramos unos pocos segundos antes de que cerraran las puertas. ¡Misión cumplida!, pensamos, íbamos a ahorrarnos un par de horas de viaje, pero no entraba en nuestros planes lo que iba a suceder por el camino.

A unas tres paradas de llegar a Kii-Katsuura, el tren frenó de una manera extraña, hasta pararse del todo en una zona de paso a nivel. Resultó que casi atropella a un señor mayor japonés que parece ser se saltó el paso a nivel con su bicicleta y acabó tirado en una zanja justo antes del túnel en el que habían entrado ya los dos primeros vagones. Nosotros íbamos en el tercero y al ver que todo el mundo se levantaba a mirar nos acercamos al segundo vagón a ver qué pasaba. Allí vimos al señor tirado en la zanja, con claras muestras de dolor, con los zapatos unos metros más adelante, y siendo atendido por un vecino del lugar que iba en su coche y estaba parado en el paso a nivel.

 

 

A los pocos minutos se presentó allí una ambulancia, la policía y algunos empleados de JR para evaluar si el tren o las vías habían sufrido desperfectos. Les costó atender al señor porque la ambulancia estaba al otro lado del paso a nivel, así que tuvieron que pasar la camilla y ellos mismos bajo el tren para alcanzarlo. Al final se lo pudieron llevar, con unos rasguños en las piernas como heridas a simple vista, pero me da que con mucho dolor en cuello y espalda, y alguna contusión en la cabeza.

En lo que sí tardaron bastante, cerca de una hora, fue en tomar declaración a testigos, sacar fotos de la escena, hablar entre ellos, examinar el tren y las vías, etc. Hasta apareció una periodista sacando fotos y algunos vecinos curioseando. Todo un espectáculo que nos hizo salir de allí una hora y poco después del frenazo, acabando con toda la ventaja que habíamos ganado por la mañana. Al menos el viejecito japonés salió vivo del atropello y sin nada de aparente gravedad, que era lo importante.

Entre el lugar del accidente y la siguiente parada habían escasos 200 metros, por lo que al llegar a esa estación el tren permaneció parado unos 20 minutos. Dieron unas instrucciones en japonés, que lógicamente no entendimos, y hasta un buen rato después no nos dimos cuenta de que algunos pasajeros habían salido del tren a por bebidas a las vending machine de la estación, ¡Y nosotros muriéndonos de hambre y sed en el tren!. Por esa parte me parece mal que no se nos acercara ningún revisor a decirnos nada, sabiendo que en aquel tren había algún que otro extranjero.

Pero bueno, reanudamos el viaje y una hora y algo después llegamos a Kii-Katsuura. Lo primero fue dejar las maletas en las taquillas de la estación, y luego entrar a la oficina de atención al turista a pedir los libritos donde estamparíamos los sellos necesarios para obtener la credencial. No se qué entendió la chica que nos mandó de vuelta al piso de arriba a pedirlos a la oficina de JR, pero el revisor se quedó bastante perdido y finalmente decidimos volver a bajar. La chica se disculpó por no habernos entendido y nos dió los libros de sellos, por lo que ya pudimos ir a buscar un sitio cercano a la estación para comer algo, que falta nos hacía.

 

 

Estaba casi todo cerrado, así que entramos en el primer restaurante que vimos abierto, ya que el bus hacia Nachi salía en poco menos de media hora. Estaba absolutamente todo en japonés, así que salimos al escaparate a indicarle lo que queríamos a la señora que atendía. Iba con paciencia, pero finalmente comimos y pudimos comprar los tickets y subir al bus a tiempo. 

Cada trayecto entre la estación y la última parada, que es Nachi-taisha, cuesta 620 ¥, pero puedes comprar un ticket por 1.000 ¥ que te cubre la ida y la vuelta, además de viajes ilimitados en esos mismos autobuses en la zona del complejo del templo y la catarata.

 

 

La lluvia no paraba de caer, así que cuando llegamos a nuestro destino nos tocó mojarnos un buen rato, ya que no llevábamos paraguas y por allí estaba todo cerrado. Subimos una escalinata infernal hasta el Kumano Nachi Taisha, donde recogí el primer sello, o primeros, porque yo puse en la libreta todos los sellos que vi por si acaso. Lo malo es que el edificio principal del templo estaba de reformas, por lo que estaba cubierto por andamios y una carpa. Luego nos dirigimos hacia la zona de la Pagoda, que me hacía especial ilusión porque era una de esas escenas que había visto mil veces en fotos y quería llevarme la mía. Eso sí, algo distinta, ya que todo estaba rodeado por la lluvia y una capa de niebla que cubría las montañas de alrededor.

 

 

Como habíamos perdido bastante tiempo por el retraso del tren, íbamos muy justos de tiempo, así que empezamos a bajar de nuevo para volver a la parada del bus, aunque nos quedaban unos escasos 5 minutos para la salida. Aquí es donde me pillé un gran cabreo, porque el conductor, a pesar de verme correr bajo la lluvia a escasos 50 metros de la parada, miró su reloj y siguió hacia adelante, dejándonos allí tirados una hora más hasta que saliera el siguiente bus. Esto ocasionó que perdiéramos los dos trenes siguientes que nos tenían que llevar a Shingu, lugar del siguiente templo y donde pasaríamos la noche.

Como nos quedaban 50 minutos hasta que pudiéramos irnos de allí, bajamos andando hasta la zona de la cascada, para verla más de cerca. No entramos a la zona del mirador de pago, sino que nos quedamos en la zona anterior, desde donde puede verse bien igualmente. Después volvimos a subir a la carretera y estuvimos esperando junto a otros turistas huyendo de la lluvia bajo el techo de una de las múltiples tiendas cerradas.

 

 

Cuando ya volvimos a la estación de Kii-Katsuura, recogimos el equipaje de las taquillas y subimos a la estación, donde el siguiente tren salía una hora más tarde (gracias señor conductor de bus japonés, te recordaré por siempre). No paraba de llover así que todos estábamos en el interior de la estación apurando antes de ir cada uno a la terminal que le tocara. Tenían puestos dos calefactores gigantes que me daban directamente en la cara, cosa bastante molesta, y además aquello se había llenado de mosquitos. La verdad es que el día se había torcido bastante desde lo del atropello.

Bueno, que finalmente lleganos a la estación de Shingu, donde seguía lloviendo y donde también al parecer no conocen las farolas, porque aquello estaba oscuro totalmente. Entramos a un konbini que había al lado a comprar la cena y el desayuno, y fuimos al hotel, donde por cierto tienen unas colchas la mar de bonitas (nótese la ironía). Mi plan inicial era pasarme esa misma tarde por el Kumano Hayatama Taisha, el segundo de los templos y que se encuentra en Shingu, pero viendo el panorama, con la lluvia y lo tarde que era ya decidí dejarlo para mañana. Así que tocará volver a madrugar para poder recoger el segundo sello antes de coger un bus hacia la zona del Kumano Hongu Taisha, el tercer y último templo de nuestra peculiar ruta del Kumano Kodo.

Aquí tienes el vídeo de la crónica de nuestro paso por el Kumano Kodo.

 

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